domingo, 17 de agosto de 2008

La, un titulo.

Camina con paso nervioso balanceando su maletín, resuelta, como eco de una llamada de ayuda en la que más prima el afecto, portadora de ese don del que se carece al nacer y que solo se alcanza con la lucha cotidiana del buen hacer, con la decisión que proporciona el conocer al paciente amigo, sabedora de sus males, confidente de sus cuitas, consejera de tantos aspectos que rodean al confiado doliente ..., su presencia sosiega al paciente y encauza el latente padecer.
Citarla implica utilizar el LA, artículo nada despectivo, solo dignifica a quienes se les aplica como distinción de respeto, afecto próximo, presunción de cercanía que alimenta nuestra seguridad, La, la Rosa, solo articulo y nombre comprendido por todos y es que en esta nuestra común localidad, difícil donde las haya, cuando aceptamos lo hacemos de verdad, quizás no sepamos bien que es el LA, lo que si sabemos es otorgarlo desde el respeto.
Pasea imbuida en su papel de madre y esposa..., una llamada cambia su relajado paso, ya camina resuelta balanceando su maletín ...

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