viernes, 20 de diciembre de 2019

Nacer, soñar, morir

El tiempo transcurre tan rápidamente que no deja de sorprenderme con inesperadas vivencias que acaso convierten mis emociones en un carrusel desbocado más allá del pausado sentir de las intimas vivencias. Son duras fechas que día tras día encallecen algunos sentimientos en un intento de enterrar lo que siempre permanece latente... es mi propio ser, mis íntimos demonios, es la simple muerte que merodea entre gente afecta como un lobo hambriento y lo que acaso para mi seria una liberación lo vivo con el dolor del sufrir y del adiós del ser querido. El lógico paso del tiempo me lleva a un final inevitable del que nunca sabre el momento del adiós, una larga mirada, un susurro de amor... atrás queda todo el cariño que nos ayudó a vivir cada día, atrás queda toda una vida que estuvo llena de ilusiones y que la propia vida se encargó de modelar sin nosotros saber el como, cuando, donde, vivimos sin saber nuestro destino. Quizás la clave sea el disfrutar cada momento sin esperar otra ocasión, un beso, un abrazo, una caricia sin un motivo aparente más allá del simple placer de hacerlo, simplemente aflora de nuestro interior como una necesidad vital, con la espontaneidad de hacerlo sin precisar de pautas, entiendo que  el cariño no se planifica, las emociones afloran como una explosión liberadora que en ocasiones aterran por inesperadas.
Si te has perdido en la espiral de mis sentimientos,si has llegado hasta aquí, deja que te ofrezca mi sincero deseo de una feliz navidad. Siempre tenemos a quién amar y desear nuestros mejores deseos, la vida sigue....