martes, 20 de octubre de 2015

El Pilar.

El Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar..., así dice la vieja jota donde el canto suena a oración y el rezo sabe a rondalla, tantas fiestas como seres pasean sus calles, tantas fiestas con un destino final en la plaza del Pilar, tantas fiestas gritadas, cantadas, rezadas y vividas en la pluralidad anónima que no sabe de condicionantes ajenos y que por unos días el suave cierzo arrastra más allá..., no preguntes que sentir al besar la columna de la Virgen, no preguntes, solo deja tu amor en ese cálido sentir de tus labios en el eterno hueco que hicieron tantas caricias a través de los siglos y que tras nuestras vidas otros seres de la misma sangre tomarán el relevo en ese abrazo que forma parte de nuestra raza y quizás suene a oración, a cariñoso recuerdo..., no preguntes, solo deja fluir los sentimientos que te llevaron ante la pequeña imagen y acaso tu oración te suene a jota y sientas deseos de cantar en un suave murmullo que al igual que el viejo río  guardas en tu interior en una íntima oración. En la gran plaza suena la jota en todo su esplendor y bajo los pies de los joteros vibra Aragón, quizás la Virgen sonríe orgullosa de tanto amor de su gente, se recorta al atardecer, la colosal silueta del Pilar reflejada en el viejo río, cruzando el viejo y querido puente de piedra dejamos atrás el sonido de la jota...

viernes, 9 de octubre de 2015

Sobre mis manos.

Abierto sobre mis manos dejo aletear las blancas páginas que esparcen su aroma de libro nuevo, sus hojas preñadas de poesía gritan sentimientos profundos que acaso me hacen sentir pudor ante su intimidad..., leo lo que el libro me ofrece entre dos páginas...

El manantial.-

Sacio mi sed a medias
bebiendo en aguas puras.
¿Qué agua he de beber?.
He sentido la sed de tu quebranto,
la sed antigua donde mora el llanto,
la brevedad del agua de tu ser.
He de ir al manantial donde se hospeda
la limpia desnudez, donde la piedra
alimenta la linfa de un querer.
He de ir al manantial de aquella boca
que arrastre hasta mi sangre con la loca
y torrencial pasión por ti, mujer.

Cantos de amor y libertad (Fco. Barrao)

Sin prisas.

Crecer, siempre crecemos hasta el final de nuestras vidas, no crecemos en altura, solo el cariño nos hace crecer en ese abrazo donde queremos guardar los cariños aun sabiendo que ello es imposible, deliciosamente imposible, crecer no es repartir el cariño entre el niño que tira de mi mano sabiendo que puede llevarme o la persona que llega cargada de un expectante cariño que aflora en sus grandes y profundos ojos, hay abrazo para todos los que llegan, los que están, los que vendrán..., un buen amigo me indico lo feliz que parecía estar  ante esta situación, solo supe decirle que hacia el final del camino pocas cosas pueden importar más allá del cariño, de la amistad, de la única razón que nos hace crecer, nuevas voces, nuevos rostros queridos, más verdad en mi vida, más ganas de gritar lo que siento y a pesar de ello cuantas veces alargo mi mano y solo hallo tu ausencia, crecimos en la promesa de envejecer juntos, crecimos y la vida nos mostró sus cartas inapelables sin ninguna razón de un porqué, solo cabe sentir y crecer en el cariño como única y sólida verdad que nos dará fuerza para recorrer la vida, el cálido beso con sabor a un largo cariño, pocas cosas quedan para sentir una vida feliz y en muchas ocasiones nos empecinamos en buscar donde no hay sin apreciar lo cerca que está, a nuestro lado.