sábado, 10 de noviembre de 2018

Abuelo, padre...

Cuantas veces la lejanía nos permite admirar la belleza de lo que pretendemos alcanzar con nuestras manos, la belleza de una vida por vivir no puede moldearse con normas que pretendamos iguales para todos ya que cada ser tiene su ritmo, su expresión emocional sin olvidar que cada uno es único en la manifestación de sus sentimientos..., el eterno dilema de un padre es el reconocer la autenticidad de cada uno de sus hijos y saber disfrutar de cada uno en su singularidad, a pesar de mi convencimiento de lo dicho, no dejo de saber que solo cabe apoyar las muchas decisiones desde la libertad de acción y limitarme a ser apoyo incondicional basado en el profundo cariño y el sincero respeto..., soy casi feliz al ver como los caminos se bifurcan sin perder el origen,  la vida me ha dado la posibilidad de ver crecer a esta familia, también la vida me ha enseñado el lado amargo y quizás todo ello me hace valorar lo que mis viejas manos acarician, lo que la vida me ofrece, solo amar sin más preguntas de un mañana ¿cercano, lejano?, sé que estas fechas me duelen muy dentro de mi, se que ese pesar duele a la familia, se que no podemos dejar de intentar ser felices ya que tenemos que dar mucho cariño a todos los que confían en nuestra caricia, en nuestra sonrisa y aún nos queda amor que dar a cuantos nos ofrecen su cariño.