domingo, 3 de febrero de 2013

Sin prisas...

Escuchar..., simplemente escuchar poniendo el alma en ello, nos sorprende el inesperado resultado del simple gesto de escuchar..., captar aquello que nunca escuchamos pues solo oímos, con solo oír, la melodía nos suena como un grito desagradable ciego a nuestro querer... escuchar implica atención, mirarnos en los ojos de nuestro interlocutor y ello da  tanto miedo que producimos silencios temerosos con los que transmitimos lejanía, lejanía que nos hace pequeños como personas, lejanos de los afectos, sentimientos ausentes que nunca daremos a quién quizás este esperándolos, nunca veremos en sus ojos el fruto de nuestras palabras que seguirán raspando nuestra cobarde lengua..., dime y mírame, te escucharé, te veré..., ¿que esperas de mi?, no puedo ser el rey de tu fiesta, no puedo ser el más hermoso, no puedo ser el mas fuerte, el mas listo, no puedo ser... seguramente no soy nada de lo que esperas de mi y ello me hace pensar el que probablemente aún no me conoces, quizás por el simple motivo de que nunca me has querido por lo que soy sino por lo que desearías que fuese..., ¡lo siento!, no sé lo que haces aquí donde tus ojos no ven y tus oídos no escuchan, solo puedo decirte que no soy juguete de ningún bufón y sin embargo te respeto en tu actitud personal y te quiero en tu lejana presencia, no te llamaré a mi lado, solo esperaré a que vengas y te diré de las nubes que he visto pasar, te diré de los pájaros que aún comieron las migajas que a la luz del frío sol les arrojé..., siento tu suave presencia y tu cálida caricia, tu confiada mirada precede a tu felino salto sobre mi regazo a la espera de unas caricias que provocan tu dulce ronroneo, sin prisa, tal cual, viendo pasar la vida...