martes, 14 de febrero de 2017

Fuego, humo...

Realmente era una fría noche en la que vivir una antigua tradición familiar que año tras año nos reúne entorno de la gran hoguera, familia, vecinos y amigos unidos por algo tan sencillo como la amistad, el cariño... no se precisa nada más, pero... si se añaden unas sabrosas viandas asadas en las brasas todo aquello adquiere casi sabor de aquelarre familiar, todo tiene su tiempo y curiosamente sentí el paso del tiempo..., yo también fui niño alrededor de otras hogueras en las que seres queridos cuidaban de mi, yo también fui padre que cuidé de mis niños frente al calor de unas brasas, yo también soy el abuelo que ahora queda al cuidado del más pequeño de mis nietos, veo su sonrisa y su promesa de corretear en futuras hogueras..., las altas llamas dan paso al olor y humo de las plantas quemadas, cierro los ojos y todavía oigo aquellas voces que solo son los profundos recuerdos de tantos años de los que solo quedan recuerdos al igual que las cenizas de tantas hogueras, los años te hacen aceptar y solo quedan pequeñas ilusiones en las que probablemente ya seré un recuerdo efímero. Por supuesto que desconozco mi futuro, por supuesto que no siento pesar por todo aquello que se  escurrió entre mis dedos sin otra opción de retenerlo..., sigo aquí  disfrutando del entorno de cariño, sigo aquí riendo y también enjugando unas lágrimas que solo a mi pertenecen, sigo aquí sin saber casi nada, solo los días vuelan y sigo sin saber para qué, acaso no preciso nada más que la ilusión de ver crecer a mis pequeños, de mirarme en sus ojos, de quererlos...

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