lunes, 17 de noviembre de 2008

En mi mano.

Cajón repleto de recuerdos, algunos olvidados en ese acumular sin precisar el porqué, retazos profundos de nuestras vidas guardados o acaso arrinconados en nuestro estúpido hacer de la renovación el centro de nuestras vidas, correr, cambiar, ¿donde ir?, donde nos digan, y en nuestra fragilidad desconocida por nuestro ego, sustituimos, arrinconamos lo que ayer creímos el centro de nuestras vidas..., hoy yace en el cajón bajo otros ayer importantes objetos, no están clasificados ¡para qué!, recordamos el momento en el que pasaron a ser importantes en nuestras vidas..., y allí estaba en el fondo, pequeña, como escondida en el pudor de saberse hoy casi insignificante, en mis manos la miré como se mira una larga secuencia vivida hace tantos años..., tenia trece años y comenzaba ilusionado una nueva vida escolar llena de futuras experiencias y ella era mi primera novedad; oigo, recuerdo cuando me la regalaron mis padres, sus palabras entonces casi no oídas por mi y ahora tan lúcidamente recordadas: Que esta humilde herramienta plasme lo mejor de ti.
Han pasado cincuenta años y aquí sigue en mis manos..., una pequeña lágrima hunedece su todavía brillante cuerpo, mi vieja, mi querida y tanto tiempo olvidada pluma, compañera de tantos sentimientos escritos...

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