miércoles, 10 de septiembre de 2008

Hogar, dulce hogar...

Tengo la enorme fortuna de habitar, mejor dicho: vivir, vivir en una casa llena de vida, vida de ida y vuelta, vida residente, sobre todo vida de familia, de presentes y de ausentes, porque sobre los ausentes crecemos los presentes y los que vengan lo harán sobre nuestra obra, espacio hay para todos..., tantos recuerdos despiertan el simple hecho de recoger algunas frutas de árboles que en mi infancia saboreaba en brazos de mis padres..., tantos que quizás transmitiremos a nuevos infantes que sin saber el porqué verán humedecer mis ojos cuando reciban un fruto.
Días atrás quedé absorto frente a un antiguo dibujo realizado con lápiz sobre una blanca pared, dibujo infantil, dibujo sentido en cada trazo, mis dedos recorrieron sus trazos sin saber que buscaban, solo acariciaba aquellas lineas..., lineas que mi padre dibujó en su tierna infancia poniendo el alma en cada una de las figuras, solo infantiles lineas, profundos recuerdos...

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