Recuerdo..., con la lengua asomando entre sus labios y su
mano aferrando unos rotuladores..., mi pequeño me ofreció
su mejor esfuerzo y en aquel abrazo sentí tanto cariño que
entendí el único motivo de la vida: amar.
El viejo libro que guarda entre sus páginas parte de mi vida,
dejo caer este pequeño dibujo y despertó en mi el recuerdo
de un instante de una tarde lejana, ¡te quiero!.
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