Al doblar la esquina le vi, era dificil no verla, su paso carecia de la firmeza de un tiempo atrás en que era ágil y poderoso, sin embargo su expresión era luminosa a la vez que denotaba signos de cansancio, mirada llena de esperanza con una ligera veladura de temor a un futuro próximo, sus turgentes pechos apenas contenidos en su ligera blusa delataba su estado, era casi imposible ocultarlo, sus caderas acogian a un prominente vientre protegido por sus manos, sabe dios de que ocultos peligros.
Coincidimos en el espacio y abrazándola ligeramente, besé su frente: ¿Que tál? pregunté mirandome en la profundidad de sus ojos, bien, muy bien ya solo falta un mes.
Contemplé su marcha recordando que ya mucho tiempo atrás la acune entre mis brazos, y ví como su preñéz inundaba de alegre esperanza a la futura madre.
La contemplo entre mis brazos, sus grandes ojos me miran, una pequeña lágrima se descuelga de mis ojos y humedece sus manitas. Maria acaba de nacer.
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