sábado, 21 de noviembre de 2020

Mirando al ayer...

 
Vale toda una vida
Existen pequeñas sorpresas que marcan tremendamente el afecto que sentimos hacia  quién las provoca, casi siempre de forma inesperada, un simple ¡te quiero! tiene tantos matices como situaciones... si un niño de tu familia te llama, te abraza y te pide "no te mueras nunca abuelo" solo puedes besarlo y decirle que con su cariño siempre estarás a su lado... y llorar.
Ya no soy el que soñaba y luchaba su particular vida por un futuro lleno de ilusión, mirar atrás es saborear toda una vida propia llena de sabores agrios y dulces, nada es perfecto y gracias a ello aprecio más todo lo que logramos, ya no sueño un futuro propio, soy feliz abrazando las alegrías de quienes son mi vida y razón de vivir, quizás la vida nos dio un lugar donde compartir las vidas de tres generaciones, saborear las vidas ajenas desde el respeto y profundo cariño familiar, no somos ejemplo de nadie ni pretendemos serlo, solo que a veces necesito gritarlo al viento como el sonido  profundo,sincero, de unos versos arraigados en la esencia del ser.
Curiosamente, la actual situación sanitaria me ha llevado a reencontrar todo aquello que fue quedando en el polvo de un camino recorrido con la prisa de ¿llegar? a un destino ignorado, cada amanecer, saludo su plenitud en pie como agradecimiento a un nuevo día donde oír el bullicio de la familia...

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