jueves, 18 de mayo de 2017

Amanecer.

.... La dulzura, el calor de los labios a solas
en medio de la calle familiar
igual que un gran salón, donde acudieran
multitudes lejanas como seres queridos.

Y sobre todo el vértigo del tiempo,
el gran boquete abriéndose hacia dentro del alma
mientras arriba sobrenadan promesas
que desmayan, lo mismo que si espumas.

Es sin duda el momento de pensar
que el hecho de estar vivo exige algo,
acaso heroicidades - o basta, simplemente,
alguna humilde cosa común
cuya corteza de materia terrestre
tratar entre los dedos, con un poco de fe.
Palabras por ejemplo.
Palabras de familia gastadas tibiamente

Acaso devoramos nuestros recuerdos para olvidar lo perdido, lo conocido, acaso lo próximo nos aterra por su rapidez en pasar a ser recuerdo, acaso la palabra permanece en su caricia como un hermoso árbol arraigado en nuestro corazón, acaso la palabra sea el eterno latido que nos hace sentir la vida, amar, soñar...
(Jaime G. de Biedma  - Las personas del verbo).


No hay comentarios: