lunes, 30 de septiembre de 2013

¡Hay tanto por andar!.

Sé que he cambiado, atrás quedan realidades que entiendo he superado sin que ello  suponga olvido, solo queda lejos, ya no camino solo y aún sabiendo que no soy el eje de ningún mundo deseo ver un pequeño mañana que todavía me anime a ver nacer el día y acostar a la cambiante luna, deseo oír las risas de mis seres queridos, oír las palabras infantiles en un juego de adultos, quiero oír nuevos llantos y llegarán otras risas y reiremos, también sufriremos  en la esperanza de que acaben pronto nuestras pequeñas penas... todo cambia y el futuro lo sentiremos como el galope de un corcel al que escasas riendas guían su destino, quizás dedicamos más tiempo a esperar el próximo día y nos olvidamos del disfrute cotidiano de nuestras vidas. Sé que he cambiado, he viajado a mi interior y me he conocido hasta sentirme más fuerte sabiendo cuales son mis humildes limitaciones y no todo resulta agradable... solo que he cambiado y ahora puedo mirar de frente a mis miedos sabiendo que solo son míos... duelen, pero ya no hay temor. La vida está llena de ilusión y alegría por compartir, solo nosotros creamos los temores que nos impiden ser auténticos ante los demás 

1 comentario:

AIRE dijo...

Nos vestimos cada día cubriéndonos con una máscara para poder relacionarnos con los demás, que a su vez, también la llevan. Actuamos esperando que los otros no lo vayan a hacer. Y conforme nos hacemos mayores, más nos protegemos. Así, cada vez, es más difícil llegar al interior de las personas. Por eso los niños siempre encuentran y dan ternura y amor. Ellos no saben ni necesitan cubrirse, porque son la vida en estado puro.