domingo, 29 de septiembre de 2013

Esperaré.

Un desagradable sonido de vieja sirena anuncia el final de la jornada escolar. Quizás me recuerda épocas pasadas en que las sirenas siempre sonaban a mando en plaza, obviamente me desagrada su sonido chillón y estúpido. Las amplias puertas vomitan caras expectantes de niños que caminan con cierta torpeza, solo buscan la cara de quienes les esperan con expresión de cariño y me encanta el ver como su semblante se transforma camino de un abrazo lleno de palabras atropelladas, todo cariño, el mundo se paraliza cuando cogido a mi mano simplemente andamos inmersos en ¡sabe dios! que aventuras de dragones y guerreros... atrás queda el colegio, mañana será otro día, probablemente no será igual al de hoy por parecido que nos parezca, mañana volveremos a compartir viejas y nuevas conversaciones entre un siempre inesperado grupo de vecinos, amigos, hombres y mujeres que al fin solo buscamos la palabra amiga, el gesto amable, hablar de nuestras gentes queridas, hijos, pero sobre todo de los nietos esa gente menuda que trastoca felizmente nuestra vejez... no me gustan las sirenas pero abro los ojos para ver tu carita y mirarme en tus grandes ojos.

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