miércoles, 15 de mayo de 2013

A mi paso.

No deseo pensar mis acciones, al lugar que voy solo es necesario caminar, caminar hasta con los ojos cerrados, simplemente dejo que la vida transcurra, me siento el eterno río que no elige su cauce, solo sigue el camino de la primera gota de agua de su caudal, ahora rápido sobre las amigas rocas que abrazan su paso, luego remanso en su juego con los juncos de la ribera... luego, luego..., tanta vida en su cauce, tanta vida que ignora de donde viene la causa de su propia vida, y el río sigue su camino olvidando la alegría y frescura de sus primeros pasos allá en el manantial que le afloró a la luz, al viento, a la vida. Solo existe la fe en el ancho mar, allá donde el sabor a sal purifica la mierda acumulada en su largo camino, allá donde nuevas aguas le renuevan en un eterno y amplio abrazo, allá donde no existen estrechos limites a su vida..., ya no es único y forma parte de todo aquello para lo que nació, acaso recuerde el pequeño manantial que le animó a caminar y también deseará volver a nacer en un pequeño y alegre manantial donde las primeras gotas quizás sean las lágrimas de conocer el camino por andar... y aún quedan felices lágrimas.

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