lunes, 18 de octubre de 2010

Mañana otoñal.

Es cierto el que mi bagaje de conocimientos es breve pero intenso, tan intenso como las vivencias que en un momento dado se nos graban en lo más profundo del alma y seguimos caminando en este mundo de mentiras y podredumbre moral donde a pesar de ello sigue floreciendo la pequeña flor del amor, aún vale la pena el vivir..., la mañana otoñal nos ofrece su limpio y frío amanecer, me apoyo en la fría barandilla donde el sol me inunda de vida en su saludo mañanero, las primeras grullas se dirigen al cálido sur anunciando a su paso la llegada de los primeros fríos, el día es limpio y diviso las primeras cimas blancas, el pequeño tren resopla en su ya viejo camino de las montañas... y estoy vivo, ignoro el motivo tanto de la vida como de la muerte, la vida me ha enseñado mi propia pequeñez, mi fragilidad y también mi estupidez... cada día soy un poco más sordo a la continua manipulación del poder, ellos no son capaces de ver ni valorar las pequeñas cosas que nos muestran cada día el que estamos vivos... el amor, solo este sentimiento es capaz de hacernos sentir una ilusión por la vida y solo por él vivimos, la vida, efímera vida en la que pasamos tan deprisa que apenas sabemos ver... otoño, final de tantas cosas, espera de tantas cosas, oigo su voz y sé que aún estoy vivo.

1 comentario:

camdem dijo...

Para mentira que se nos pueda olvidar que estamos vivos, entre tantas obligaciones, y horarios. Cuando respiramos, y podemos sonreír al ver las grullas pasar, o el viento agitar el trigo, entonces comprendemos el valor de la vida. Un abrazo.