jueves, 27 de marzo de 2008

¡Señor, señor que nervios!....

¡es domingo! le digo medio dormido, pero tan apenas me cuchichea el que tiene muchas cosas por hacer y que deje dormir a los chicos, los pobres están cansados. A lo largo de la mañana toma posesión plena de la cocina en un incesante trajinar encaminado a elaborar al menos tres posibles menús, los chicos tienen que comer.

Se acerca la hora de la comida, lo que significa que todavia falta al menos hora y media para la comida y el personal va apareciendo, las suaves quejas de sus limitaciones fisicas, diciendo el ¡ya no puedo como antes! van siendo apagadas por los reiterados abrazos, besos y carantoñas que los chicos, con verdadero cariño le proporcionan y quien a todos sus chicos meció como solo una madre sabe mecer a sus hijos, ahora se refugia entre la marea bulliciosa y cariñosa de unos cercanos brazos que le hacen sentirse segura, pero sobre todo feliz, muy feliz.

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