Ya no seré joven.

NO VOLVERE A SER JOVEN.  (Jaime Gil de Biedma)
Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde,
como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería / y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan solo / las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo / y la verdad desagradable asoma;
envejecer, morir, / es el único argumento de la obra.

¡Déjame de hacerme creer que me proteges!, simplemente soy la gran excusa para someter a un pueblo inculcándole el temor a lo desconocido, doblegar el espíritu de una sociedad a la que estrujáis con la maravilla de vuéstros desvelos por nuestro bienestar, ¡dejarme de contagios! si un pequeñín me abraza y me besa con un te quiero, ¡déjame llorar de felicidad!, que me importa morir si lo haré con una sonrisa, estoy hasta la parte interna de la bragueta de tan maravillosa gestión social, será la vuéstra, ya que os sobran cuantas analíticas preciséis mientras el pueblo ignora, mientras el pueblo hinca la rodilla en el polvo mendigando un trabajo, mientras salís a comentarles a los niños que ya podrán salir a la calle, a su calle, y lo dices tu que te mueves contagiado, con escoltas, médicos..., siento una tremenda vergüenza al oír vuestros consejos ¡una y otra vez!, ¿por qué no soís dignos?, al menos actuar como predicáis, renunciar al salario, a tantas prebendas, reducir el número de calienta asientos en el congreso y ya basta de tantos asesores ya que o sobran ellos o vosotros. Ya soy mayor y me importaís un bledo, quizás mi situación personal sea distinta e incluso soy feliz tal y como transcurre mi vida, quiero a la gente honesta, la gente que sabe respetar, la gente que sabe amar la vida y afortunadamente vosotros no estáis en ella.
La primavera con su pujanza me recuerda la renovación de la vida, el jilguero trina su enamoramiento en la melodía que alegra mis paseos mañaneros, la vida no sabe de mezquindad, la vida pasa a pesar de lo que nos digan.