miércoles, 2 de noviembre de 2011

Querida cama.

Que hermoso rectángulo abierto en una atrayente acogida a nuestro cansado cuerpo, tantas veces has caldeado nuestros fríos, tantas veces has acogido nuestros calurosos descansos, has sentido los terribles miedos de nuestros absurdos sueños..., cama compartida donde se aprende a dormir sin ninguna ropa hasta que el frío de la noche te despierta para comprobar el dulce descanso de tu compañía ... ¡la madre que la parió!... mañana tendré que escuchar el que mi catarro es fruto de no saber cuidarme, dulce cama y querida almohada donde una vida queda guardada entre sus pliegues, susurros, caricias, confidencias, tantos reproches, encuentros y desencuentros para volver a encontrarse ante la única verdad que mueve nuestras vidas: nuestra necesidad de amar y ser amados. Cama sencilla donde se sueña en una deseada compañía que nos hace abrir los brazos y solo abrazamos la pequeña almohada que sabe tanto de nosotros que en ocasiones le preguntamos..., ¡redios si hablase!, dulce cama, grande o pequeña, alta o baja..., el viento suena tras las cerradas ventanas y nuestros cuerpos se arrebujan en un sueño que quizás se haga realidad.

No hay comentarios: